El Miércoles 6 de agosto de
A los que no lo conocieron, contarles que fue un gran hombre, sonriente, generoso, cariñoso y sumamente optimista. Le encantaba hacer cosquillas en los brazos y en los pies de su familia, sobre todo en los de sus hijas, a las que consintió toda su vida. Tuvo tres, Rosa, la grande, Olga, mi mamá, y Andrea, la chica.
Ellas y Rosa, mi abuela, con la que duró casado 63 años, estuvieron junto a él en todo este proceso, en el que, a pesar de lo rápido, nos dio tiempo de hacer en su honor un gran festejo. No todas las personas tienen la fortuna de que les celebren un homenaje en vida, y él lo gozó de principio a fin. Le organizamos una maravillosa comida en la que estuvimos presentes todos y cada uno de los miembros de las familias que crecimos de las semillas que él sembró. Aparentemente el plato fuerte era un filete mignon, pero nunca sospechó que en las paredes del restaurante proyectaríamos un video con un mensaje que le grabamos los que más lo queremos, desde sus hijas hasta sus bisnietos. Sin duda, lloró.
Somos una familia muy afortunada de haberle dicho y demostrado que lo queríamos. Y a él le gustó tanto que estoy seguro que se llevó el agradecimiento al cielo como una deliciosa cobija. Pronto subiremos, el video a youtube para que los que quieran puedan verlo.
Muchos de ustedes saben que de corazón soy escritor, pero pocos saben de qué tamaño es el corazón de mi abuelo. Es lo suficientemente grande como para solapar y alimentar los sueños excéntricos de sus nietos. Por lo menos los míos los nutrió como pocos lo han hecho. Enseguida salió a la venta mi primer novela en librerías, él se dedicó a averiguar en cuales de la zona la vendían y se dedicó a recorrerlas una por una para fomentar el rumor de que sí se vendía. Compró fácilmente cuarenta, y en gran medida gracias a eso, en esa semana alcancé el tercer lugar de ventas de una famosa cadena. GRACIAS, ABUELO.
Gracias sobre todo, Abuelo, por cultivar en nuestros espíritus la unión, el placer por la vida, la sencillez y la alegría. Gracias por compartirnos todo lo que tenías, los cachetes de los mangos, el amor, los sentimientos y las caricias, porque siempre, para todos, tenía. Gracias por ser un ejemplo y por contagiarnos en estos momentos de tu dicha.
Estamos orgullosos de ti.
Endondequiera que estés, puedes estar tranquilo. Tus mujeres estarán cuidadas, especialmente mi abuela. Despreocúpate y relájate, y como disfrutaste de
Nos vemos después,
Paco.
